viernes, 6 de noviembre de 2009

Somos seres preocupados por actuar, hacer, decidir, prevenir. Siempre estamos intentando planear alguna cosa, concluir otra, descubrir una tercera. No hay nada erroneo en ello; a fin de cuentas, así es como construimos y cambiamos el mundo. Pero forma parte de la experiencia de vida el acto de la Adoración. Es preciso hacer una pausa de vez en cuando, salir de uno mismo, permanecer en silencio ante el Universo. Arrodillarse de cuerpo y alma. Sin pedir, sin pensar, incluso sin agradecer nada. Simplemente vivir el amor silencioso que nos envuelve. En estos momentos, algunas lágrimas inesperadas, que no son de alegría ni de tristeza, pueden brotar. No te sorprendas. Es un don. Estas lágrimas están lavando tu alma.